El jefe de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, Michael Whitaker, declaró este martes ante un grupo de la Cámara de Representantes que la agencia intensificará la supervisión “en el terreno” de las actividades de producción y fabricación de los aviones Boeing.
La comparecencia de Whitaker en Washington tuvo lugar después de que el pasado 5 de enero un Boeing 737 Max 9 de la flota de Alaska Airlines tuviera que volver a tierra en Oregón al perder en el aire un panel de la puerta de emergencia, un accidente que puso a la compañía en el ojo del huracán.
Por lo sucedido, la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) ordenó la inmovilización de todos los aparatos de ese modelo para su revisión y, posteriormente, avaló su “paulatina reincorporación”, aunque prohibió a Boeing expandir la producción del modelo.
"A partir de ahora, tendremos más personal sobre el terreno para examinar y supervisar de cerca las actividades de producción y fabricación", dijo Whitaker en su declaración inicial ante el Subcomité de Aviación del Comité de Transporte e Infraestructuras de la Cámara.
Ante las preguntas de los legisladores, el responsable también animó a los empleados de Boeing a informar a la FAA de cualquier problema de seguridad, puesto que, como aseguró, es la “prioridad número uno” de la agencia.
La FAA ya se había comprometido hace cinco años a aumentar el control sobre dicho fabricante de aviones, tras dos accidentes mortales en los que se vieron implicados también aviones Boeing Max.
En este sentido, el fabricante aeronáutico estadounidense encadena 5 años con pérdidas, primero por la crisis de los 737 Max, y luego por la crisis económica derivada de la pandemia, a lo que se sumó recientemente el susto del 737 Max 9.
Por su parte, la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés) comunicó que publicaría su informe preliminar sobre el caso a lo largo del día.